LOS ESCOLTAS NO LANZAN PIEDRAS

LOS ESCOLTAS NO LANZAN PIEDRAS

Aún es noche cerrada. He dormido muy poco, apenas cuatro horas. Pero mi protegido, ese VIP al que acompaño desde hace unos años, tiene una importante reunión y debemos coger el AVE en apenas tres horas. Hoy, debo acicalarme como si hubiera sido invitado a una solemne boda. Afeitado, peinado, zapatos y traje impecables, sin olvidar la compostura, ese “saber estar sin ser visto”, son los signos distintivos de mi profesión. No siempre debo ir tan “emperifollado”, pero hoy sí.

Salgo temprano de casa hacia la oficina. Tras un rápido saludo al compañero de la seguridad estática, firmo la retirada del arma y de la munición reglamentaria. Rápidamente repaso las medidas de seguridad para el manejo del arma, mientras que la alimento. Dedico unos minutos más para repasar el programa de actividades del “protegido”. Y salgo hacia el punto de encuentro con mi protegido.

De camino, intento adivinar qué podrían ser los lugares donde el peligro es mayor. La discreción y la inminencia del viaje, no han permitido llevar a cabo un reconocimiento de contravigilancia, como hubiera sido lo deseable. Por las mismas razones, tampoco podré contar con la ayuda de los demás miembros del dispositivo de protección habitual. Como escolta principal de seguridad, viajaré sólo con el VIP, lo que me obligará a poner mis cinco sentidos a pleno rendimiento durante las siguientes quince o veinte horas, hasta que pueda dejar a mi protegido a salvo en su vivienda habitual.

Y ¿mañana?, con suerte mi protegido decidirá levantarse algo más tarde. O quizás, se tome el día libre para descansar en su hogar con la familia. En realidad, hasta pasados dos días, no sabré a ciencia cierta dónde, cómo, cuándo o cuánto tiempo estaré mañana de servicio, dando la debida protección a mi protegido y a su entorno.

Soy un profesional de la seguridad. Especializado en protección y seguridad de personas amenazadas o en riesgo de agresión. Un “Escolta de Seguridad”, habilitado y orgulloso de su profesión.

En las últimas fechas, una desconcertante noticia inundó la mayoría de medios de comunicación. « Entre los detenidos por las agresiones a la policía y asistentes al mitin de Vox en Vallecas el pasado día 7 de abril, se encuentran dos escoltas de Pablo Iglesias». Como titular de prensa no tiene desperdicio. Por desgracia, además de incompleto e inexacto, significa un insulto para los Escoltas de Seguridad habilitados por el Ministerio del Interior para realizar funciones de Protección y Seguridad a personas.

En España, la tradición nos muestra una variopinta amalgama de seudónimos para referirse a las personas que trabajan protegiendo a otras. Machacas, Perreros, Guardaespaldas, Matones, Custodios, Macero, Piquete, Vela, Rodrigón, etc., etc. Pero ninguno de ellos tiene la consideración oficial de “Escolta”.

Tampoco suele ser del dominio público que, para trabajar y actuar como “Escolta de Seguridad”, deben concurrir en una misma persona cuatro requisitos imprescindibles: Contrato laboral con empresa de seguridad o de detectives privados, homologadas por la Dirección General de la Policía. Disponer de la habilitación de Vigilante de Seguridad en vigor. Haber sido habilitado como Escolta de Seguridad por la UCSP. Y disponer de la Licencia de Armas, tipo C, concedida por la Intervención de Armas correspondiente de la Guardia Civil.

La actual Ley 5/2014 de Seguridad Privada, establece en su artículo 38 que «los servicios de seguridad privada se prestarán únicamente por empresas de seguridad privada, despachos de detectives y personal de seguridad privada». Por lo tanto, la carencia de cualquiera de los anteriores requisitos supone de facto la inhabilitación inmediata para ejercer la profesión de Escolta de Seguridad.

Como han publicado diversos medios de comunicación, las personas detenidas por el CNP a raíz de las agresiones contra Vox y la policía nacional en Vallecas, «figuran en la Seguridad Social como dados de alta como trabajadores de Podemos y forman parte de la escolta personal de Pablo Iglesias».

La situación contractual de las dos personas detenidas por los altercados en Vallecas e identificados como “escoltas” de Pablo Iglesias o de Podemos, se asemeja demasiado al caso destapado en 2019 de la «escolta-recadera» de la actual ministra de Igualdad, Irene Montero. Como ocurrió en aquella ocasión, en las últimas horas, algunos diarios, se han hecho eco de que «Todos tenían la correspondiente titulación de escoltas».

De ser cierto, la UCSP, está obligada a actuar de oficio ante el incumplimiento de la Ley 5/2014, tanto por la empresa empleadora, Podemos, como por las personas que desempeñan funciones de seguridad bailando en el limbo de la legalidad. Poco importa si eufemísticamente han sido contratados para «labores administrativas y comerciales», o como «personal de logística y apoyo».

Entonces estaríamos en lo que el diario Libertad Digital ha denominado como «escoltas encubiertos de Iglesias», y sin importar que hayan sido contratados bajo los epígrafes más ridículos, también deberían ser acusados por “usurpación profesional” y a sus patronos por incumplir la contratación legal y registro correspondiente de los servicios de Escoltas de Seguridad tipificados claramente en la citada ley 5/2014.

Conviene dejar meridianamente claro que, los profesionales de la Protección Personal o Escoltas de Seguridad, NO lanzan piedras ni agreden a los efectivos de la Unidad de Intervención Policial (UIP), tampoco lo llevan a cabo contra los ciudadanos, aunque estos sean políticos de cualquier tendencia ideológica. Y mucho menos, realizan labores ilegales, ni llevan a cabo agresiones contra nadie en sus «ratos libres», como ha sido justificada la actuación de estas personas desde la dirección de Podemos.

Tras el análisis de los vídeos e imágenes, estos falsos e ilegales “escoltas”, fueron arrestados junto otras 11 personas que también participaron en los altercados. Sin entrar en cuestiones meramente políticas, no es la primera vez que Podemos se ve envuelto en investigaciones policiales por la utilización “ilegal” de personas para trabajar como Escolta de Seguridad, aún en el caso de que estén habilitados como tales.

Por el contrario, los auténticos profesionales de la protección personal, como he reseñado al comienzo de este artículo, son personas respetadas y respetables. Responsables y éticas. De ninguna de las maneras, dedican su escaso «tiempo libre» a lanzar piedras, patear, amenazar, ni golpear a nadie.

Por el buen nombre de la profesión, esperemos que, al margen de las investigaciones llevadas a cabo hasta el momento por la unidad de información del CNP, también la UCSP se implique e investigue afondo la exactitud de las noticias y de las funciones que realizan las personas detenidas.

Establecer el auténtico estatus de las personas detenidas y sus cometidos reales resulta imprescindible para limpiar el buen nombre del personal de seguridad privada, de la profesión de Escolta de Seguridad, y del conjunto de la sociedad, a la que estos profesionales protegen a diario.

Saludos y Gracias por Estar Ahí.

Rafa Montilla.