Los vigilantes de Seguridad se han convertido en los únicos rostros humanos a los que pedir ayuda en lugares como el metro, los andenes de las estaciones de Renfe y los aeropuertos. Con una paciencia infinita, estos profesionales atienden al público en un momento muy delicado, en plena pandemia, enfrentándose a situaciones mucho más complicadas que nunca.
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