Cuando M.D., un vigilante de seguridad de 56 años por aquel entonces, llevaba ya cuatro meses sin cobrar su nómina, sintió de madrugada unos calambres en el brazo y en la pierna izquierda. Estaba sufriendo un ictus. Rápidamente, llamó a una ambulancia, que lo trasladó a un hospital de la provincia de Cádiz, en el que estuvo dos semanas ingresado.
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