Ocho meses sin luz: ducharse en el trabajo, vivir entre velas y comer frío

Ocho meses sin luz: ducharse en el trabajo, vivir entre velas y comer frío

Olga estuvo unos 200 días sin luz. El 31 de marzo la empresa en la que trabajaba la despidió por la pandemia. Era vigilante de seguridad, y con las restricciones ya no había nada que vigilar. No pudo acogerse a un ERTE, ni siquiera al paro, y lo único que pudo conseguir es una ayuda de 320 euros mensuales desde el INEM para sostenerse a sí misma y a su hijo de 12 años. No podía seguir costeando su alquiler de 1.020 euros ni pagar las facturas que le iban llegando así que, en cuestión de semanas, ella y su hijo se quedaron a oscuras. “Hemos ido sobreviviendo con velas, lámparas con pilas, a base de bocadillos y cargando los móviles en el trabajo y mi hijo en el instituto”, explica a La Información.

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