Si hay algo que diferencia el trabajo de Jaime Sanz con el de su competencia es, según dice, su forma de hacerlo. Él informa, advierte y sobre todo dialoga. Nunca llega a más. “No hay coacción, amenazas ni violencia”, insiste.
Ese es el modus operandi que llevan a cabo este madrileño y su equipo de treinta personas cuando tienen que enfrentarse a la desokupación de una vivienda. Algo que ocurre, desde que creó su empresa —Desokupación Legal— en 2017, prácticamente cada día.
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