Con la diversión como meta primordial que alcanzar, la velada de ayer en el Pabellón de La Magdalena no dejó de lado un factor siempre a tener en cuenta, pero en particular este año: la seguridad. Así, los tres pases organizados estuvieron condicionados por un estricto protocolo de seguridad, que se cumplió en todo momento y que los propios participantes elogiaron al término de las funciones.
Ya en el exterior, minutos antes de autorizar el acceso, vigilantes de seguridad y agentes de la Policía Local velaron porque las colas fuesen espaciadas, respetando la distancia mínima. En ese sentido, se dispuso una valla doble frente a la puerta, que permitió segmentar el paso en grupos reducidos. Y, si bien la fila se extendía por la calle María de Maeztu hasta más allá del edificio, no hubo que lamentar infracciones. «Lo han montado muy bien; se está más seguro aquí que en un bar», reconocía María Uribe, que acudió al primer pase en compañía de sus dos hijos.
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